Las cosas malas
Un amanecer en la playa, la brisa marina moviéndote el cabello rojizo, aquel cabello que te cuesta tanto peinar, el toque suave de las olas acariciándote los pies, tu vestido blanco que al atardecer parecía tan pulcro ahora está lleno de arena encarnizada, tu mano derecha tocando su mano izquierda, un roce tan pequeño, pero tan puro, tan tímido, tan frío y dos pares de ojos mirando en una sola dirección, como si se miraran mutuamente, como si se mirarán sin mirarse.
El canto de alguna gaviota se escucha en el aire, se acercan a ti mirándote y preguntándose qué hace este cuerpo extraño en medio del camino. Se pregunta la gaviota si algún insecto se hallará debajo tuya escondiéndose o quizá debajo del otro cuerpo extraño que te acompaña. Si los animales hablasen, aquellas aves te habrían advertido de quien era la persona que está a tu lado y con quien te casaste el día anterior por amor y no por capricho como le dijiste a tu familia hace meses.
Familia que ya no verás y que, en unas horas, cuando un bañista os encuentre y alerte a la policía, llorarán tu pérdida, porque ese cuerpo extraño al lado tuya te arrastró con él a su muerte, pero tú allá donde estés seguirás diciendo que fue el amor quien hizo que lo aceptaras con sus virtudes y sus cosas malas, así es como llamaste a sus problemas con las adicciones y sus empresas de embuste.
No sería lo mismo si hubieras sabido que escondía una pistola en vuestro pequeño piso y que se la llevaría con vosotros hasta aquel hotel cinco estrellas en aquella playa de arena tan blanca que tan maravillada te tuvo la noche anterior cuando paseando os encontrasteis con el enemigo de frente.
Si alguna portada os llama la atención pulsa en ella y os llevará hasta el libro.
Que tengáis un buen día del amor y de la amistad.
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