Este relato esta compuesto por varios tuits. Por lo que para establecer un orden coherente está ordenado según encajen las piezas a mi criterio sin cambiar ninguna de las palabras de los autores. Las palabras en rojo son escritas por mi para dar ritmo al cuento. Los autores que participaron en la creación de este relato en la red social Twitter fueron: 

Una servidora (@pav_gloria) , 

@Lorenaedcl @AlexFlorentine @ce_rez96 @BilbaoXandra @ALMAYPAPEL

@edumrgl @juancadiz92 @ajrp90 @SoniaDagarah @mashelo44 @Becker_Writer

@therealsandra7 @ramon_bassons @Salynor_



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En la entrada de la feria...
Una niña miraba con ilusión todas las atracciones mientras agarraba con fuerza la mano de su madre.
Un cartel mostraba un aviso: SOLO LOS NIÑOS POR DEBAJO DE ESTA ALTURA PUEDEN ENTRAR. Una flecha dibujaba un límite. Nina observó que se pasaba por muy poquito, así que deshizo la coleta que le había hecho su madre y se descalzó antes de soltar su mano e ir hacia la aventura.
Su madre apretó su mano, la niñita levantó la cabeza y al ver la sonrisa de complacencia de su progenitora la soltó y salió corriendo sin dar tiempo a ninguna actuación por parte de la mujer.
La madre buscó y buscó desesperada, entre globos payasos y risas, pero no había ni rastro de la niña. Era como si se la hubiera tragado la Tierra.
Su corazón latía con fuerza, lo sentía en la garganta, impidiendo que pudiese gritar. Los ojos empezaron a nublarse con las lágrimas, que al derramarse liberaron también su voz y la dejaron gritar el nombre de su hija.
Un grito que hizo que toda la gente de al rededor la mirase
De repente, alguien señaló y dijo: 
-¡Allí!
Al instante, todos giraron sus cabezas y vieron con claridad como un hombre muy bajito y corpulento, con una máscara de payaso, obligaba a la pobre niña  a meterse dentro de una furgoneta blanca, vieja y destartalada.
Enseguida corrieron a socorrer a la niña, mientras otro llamaba a la policía para alertar del secuestro y dar toda la información posible de lo que allí estaba pasando
Por desgracia, el payaso dejó caer una granada que liberó una enorme columna de humo negro que cegó a todos los ciudadanos que trataron de detenerlo.
Y cuando la oscura niebla decidió desvanecerse, descubrieron que la furgoneta, el payaso y la niña habían desaparecido con ella.
En la furgoneta, el silencio se rompía por el ruido de una emisora mal sintonizada.
De pronto, la niña grito con fuerza: ¡Odio a los payasos!. Y agarrando uno de los destornilladores que había en el asiento trasero, se abalanzó sobre el payaso, clavándoselo en el ojo izquierdo.
¡Maldita mocosa! balbuceó el payaso entre gritos de dolor, se quitó la máscara de payaso como pudo y el ojo, o lo que quedaba de él, le sangraba con virulencia. La niña seguía con el destornillador en la mano y una mirada desafiante.
El payaso limpió la sangre que manchaba su rostro —con el dorso de la mano— y comenzó a reír, despacio. La niña abrió la boca, asombrada, aterrada, al ver que el ojo comenzaba a regenerarse. La sonrisa del payaso se ensanchó dejando ver dos filas de dientes afilados como navajas.
Lo que el payaso no sabía era que la niña dibujó su propia sonrisa con dos cuchillos que le habían regalado sus padres en su cumple para situaciones como esa. Se acercó a su cara, sujetó la cabeza del tipo y susurró: no sé si te lo han contado, pero el Joker tiene una hija
Una hija que está dispuesta a llegar hasta el final de este asunto. ¿Tenía un as bajo la manga? ¿Cómo había conseguido ocultarlo? Era un auténtico misterio...

Mientras en la feria, la policía y toda persona buscaba a aquella niña, se estaba haciendo de noche y el frío comenzaba a llegar.
De entre el ruido que se podía escuchar, pudo reconocer una risa familiar. Una risa que había escuchado miles de veces, su hija. Como una polilla hacia la luz, la madre apartó a las personas que estaban en su camino, buscando el origen de la risa.
En la entrada de la feria se encontraba, aquella criatura pequeña con su pelo alborotado y su vestido lleno de sangre.



¡Nos vemos el mes que viene!